Análisis
La globalización atraviesa hoy su mayor periodo de incertidumbre desde los años 90. La narrativa del multilateralismo y del libre comercio ha sido reemplazada por la lógica de la seguridad estratégica y el proteccionismo, mientras el denominado sur global reclama un papel más activo en la reconfiguración del nuevo orden mundial. Además, existen crecientes dudas sobre si estamos ante una nueva bipolaridad encarnada en Estados Unidos (EEUU) y China, en la que la Unión Europea (UE) intenta postularse como contrapeso, o bien hacia diferentes multilateralismos regionalmente diferenciados. En definitiva, transitamos de la interdependencia global a la rivalidad geopolítica como ya mostramos en el análisis de la edición 2025 del Índice Elcano de Presencia Global.[1]
Recientemente, el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación ha publicado la Estrategia de Acción Exterior 2025-2028.[2] Este documento establece las prioridades tanto temáticas como geográficas de la acción exterior española en su conjunto, adaptándola a la actualidad geopolítica y al modo en que afecta a España y a sus relaciones con el resto del mundo. España se define fundamentalmente como “miembro de la UE de perfil atlantista”, con vínculos a otras regiones, particularmente a la “Comunidad Iberoamericana de las Naciones”, destacando su posición geográfica privilegiada dentro del contexto europeo, que le permite postularse como “potencia euroatlántica y mediterránea que ejerza de intersección entre Europa y África y América Latina”. En este marco, conviene analizar tanto la trayectoria de la presencia exterior de España como sus principales vínculos internacionales, a fin de evaluar en qué medida se corresponden con la Estrategia de Acción Exterior.
Para ello, nos apoyamos en el Índice Elcano de Presencia Global, una herramienta cuantitativa destinada a medir la globalización en sus distintas dimensiones. A través de ello, nos proponemos analizar, en primer lugar, la evolución de España en el proceso de globalización entre 1990 y 2024 en comparación con la evolución de otros países de nuestro entorno. A continuación, descomponemos geográficamente esa proyección exterior, tanto su cuantía como su naturaleza, para conocer de qué modo se relaciona con el resto de las regiones del mundo. Un ejercicio que ya realizamos en 2020 y que actualizamos ahora para situar la relación de España con otras potencias en el contexto postpandemia y de alta inestabilidad del orden internacional. Por último, calculamos la contribución de cada Comunidad Autónoma con el fin de conocer de qué modo contribuyen a la proyección exterior de España.
1. España en el Índice de Presencia Global
Con un valor de 319 puntos, España ocupa el puesto 13º en la clasificación 2025 de presencia global, por detrás de Italia y por delante de Australia. Mantiene esa posición desde el 2011, que es relativamente alta en comparación con su puesto en términos de PIB y de población –15º y 23º, respectivamente–. La evolución de la clasificación de presencia global es reflejo de los cambios geopolíticos producidos en las últimas décadas y muestra en consecuencia la paulatina pérdida de peso de las principales potencias europeas en favor de países asiáticos (Figura 1).
Como es sabido, España tuvo una transición más tardía a la democracia que otras potencias europeas y, con ello, ingresó en una comunidad internacional que ya había institucionalizado diversos mecanismos de cooperación multilateral. Desde los años 90, registra una intensa internacionalización que se refleja en el crecimiento de su presencia global, tanto en términos absolutos como de cuota –su peso sobre el agregado mundial– (Figura 2). Así, entre 1990 y 2010 la cuota de presencia global de España pasó del 1,8% al 2,7%, lo que es significativo en ese contexto de pérdida de peso relativo de los países europeos.
N. del E.: contenido reproducido y compartido por su contribución a la internacionalidad de España desde Real Instituto Elcano. Puedes ver el contenido original aquí.


